Historia

El pionero

En una fría tarde del domingo uno de diciembre de 1918, un grupo de ejecutivos ingleses de los Ferrocarriles Internacionales de Centro América (IRCA) se reunió en los salones del Club Americano. Se relata que el señor W. E. Jessup hizo la invitación a los señores Herbert N. Cook, Daniel B. Hodgsdon, F. P. Hoeck y J. H. Roach, a que conversaran sobre el proyecto de fundar un club deportivo que tuviera el propósito primordial de practicar el deporte del golf. De aquella plática nació Pamplona Golf Association, que pasó a la historia por ser el primer club de golf de Guatemala y Centroamérica.

Para hacer este sueño una realidad, estos pioneros aceptaron el ofrecimiento del gerente de la antigua IRCA de arrendar, por una suma simbólica, el uso de las colinas que se extendía en el sureste de la estación ferroviaria Pamplona, para construir en ellos una cancha de golf de nueve hoyos. Aquel primer campo de golf se situaba en lo que hoy forma parte de las zonas 12 y 13 de la moderna Ciudad de Guatemala.

La sede social y el campo deportivo se establecieron en el lugar conocido con el nombre de Pamplona, de allí toma el nombre, del Cantón La Paz de la Ciudad de Guatemala de aquellos inicios del siglo XX.

A mediados de la década de 1930, el Pamplona Golf Association experimentó vientos de cambio, cuando los Ferrocarriles Internacionales de Centro América avisaron que necesitaban ampliar las instalaciones de la Estación Pamplona, mayormente para tender ramales por intensificarse el servicio de carga con el acarreo de banano del sur.

Daniel B. Hodgsdon, primer presidente del club (1918-1925) de el campo situado al poniente de la estación «Pamplona» de los ferrocarriles internacionales de Centro América (IRCA) por sus siglas en inglés. Terrenos que formaban parte del cantón La Paz de la ciudad de Guatemala, hoy la zona 12.

Debido a esta situación, así como al considerable auge que el club había adquirido y la necesidad de obtener mayor amplitud y comodidad, tanto para sus prácticas deportivas como para sus eventos sociales, la Junta Directiva de 1937 resolvió por unanimidad estudiar el traslado del club a un lugar que reuniera mejores condiciones posibles, y que favoreciera el compartir social de su creciente comunidad.

 

 

Luego de la búsqueda en diferentes áreas, los socios decidieron que el sitio correcto para trasladar sus instalaciones era una parte de la finca La Chácara, con una extensión de 38 manzanas, en el barrio La Palmita. Después de varias evaluaciones, se dictaminó que el terreno se prestaba para construir el más hermoso y adecuado campo de golf de Guatemala.

Las nuevas instalaciones dieron pauta para que los socios compitieran, además de en campeonatos de golf, en torneos de natación y tenis. La esencia del club se mantenía firme: ser un lugar familiar, en donde se iba a convivir, a jugar y a pasar un muy buen rato.

 

 

La ciudad estaba creciendo junto con la densidad de población, hasta alcanzar los alrededores del club; año tras año, este veía cómo sus alrededores se poblaban y cada vez más se dificultaba la práctica del golf. Debido a ello, la Junta Directiva de 1960 convocó a una Junta General Extraordinaria en la que se resolvió el traslado a una nueva sede. Para ello se integró una comisión que buscara un terreno amplio, cerca de la ciudad, apropiado para construir una nueva cancha y las instalaciones. Para agenciarse del financiamiento se vendería el terreno que ocupaba el club, hasta entonces, a los nuevos proyectos de vivienda que estaban surgiendo con auge.

La consolidación

Después de hacer un estudio del panorama inmobiliario, la Junta General Extraordinaria decidió hacer la compra de tres terrenos que formaban un solo cuerpo, con acceso relativamente fácil, con título de propiedad sobre un segmento de ribera del lago de Amatitlán, en «El Zarzal Guillén», aledaño al área de Villa Nueva. La idea era hacer un club más amplio que lo que era el de zona 5, que además incluyera una marina en la ribera del lago. Para que los socios no interrumpieran la práctica del golf, los directivos decidieron que mientras se preparaba el nuevo terreno, entre 1962 y 1964, los miembros siguieran jugando en los nueve hoyos originales del terreno de la finca de La Chácara, así como seguían habilitadas las áreas sociales, como la casa club, la piscina y la cancha de tenis. El resto del terreno se entregó a compañías inmobiliarias, lo que permitía la compra de la nueva finca.

La propiedad de Villa Nueva ofrecía una inigualable vista panorámica
y una topografía adecuada para construir la nueva cancha.

La Construcción de la Utopía

 

La complejidad para realizar la cancha fue evidente, debido a que el terreno era relativamente plano y su uso primordial era agrícola, eran plantaciones de maíz. No había mayor vegetación más que un jocotal, que existía donde hoy está ubicado el hoyo 18; así como un flamboyán, en el hoyo 16, que se conserva en su lugar.

 

El campo fue diseñado originalmente por el arquitecto Carl H. Anderson, quien fue escogido de una lista de constructores de campos de golf proporcionada en Miami, Florida. El señor Anderson vino a Guatemala a principios de julio de 1962, visitó el terreno y trabajó durante dos semanas con la ayuda del topógrafo Víctor Leal A., con quien hizo el primer bosquejo de la cancha. Este espacio tomó forma al respetar las pistas y reforestar alrededor de éstas, bajo un diseño de paisaje preciso y ambicioso. Una vez concluido el nuevo campo, el 12 de julio de 1964, las instalaciones de La Chácara quedaron desocupadas. Los miembros despidieron este recinto, que ocuparon por más de 25 años, con diversos torneos. La bendición e inauguración del nuevo campo de golf y área social del Mayan Golf Club en Villa Nueva se hizo el 18 de julio de 1964.

Un Club adelantado a su Época

 

Las instalaciones en Villa Nueva lograron ser disruptivas por aquellos años, pues fueron diseñadas para adelantarse a su época. La casa club, el espacio de lockers y el Hoyo 19 (en obras), fueron las primeras áreas en abrir sus puertas en 1964, junto con el campo de golf. Y, una vez más, las nuevas instalaciones adoptaron los más preciados valores de la entidad: la amistad sincera y la tradición.

 

En los siguientes años se inició el proceso de construcción de los accesos, estacionamientos, oficinas y amenidades. Los miembros de la Junta Directiva continuaron la labor de hacer del club un espacio de convivencia intergeneracional, en el cual todos los miembros de una familia pudieran encontrar diversión en diferentes actividades. Fue con esta idea que se planificó la construcción de cuatro pistas de boliche, una amplia piscina con trampolines, la instalación de mesas de ping-pong, dos canchas para tennis, una de baloncesto y vóleibol.

Más que un Deporte, una Tradición

 

Para los conocedores fue evidente que el campo del Mayan Golf Club en Villa Nueva se construyó con todos los elementos que le aseguraban ostentar calidad mundial en su trayecto. Este espacio se enclavó en un lugar pintoresco, donde tanto guatemaltecos como extranjeros se sentían a gusto gracias a que gozó de una nueva dimensión de amplitud y complejidad.

 

En las décadas de 1960 y 1970, el Mayan Golf Club pasó a ser la mayor comunidad de golfistas en Centroamérica, con 450 socios, de los cuales más de 100 eran jugadores, parte de su éxito fue el continuo impulso a la práctica del deporte entre sus socios, de la mano del profesor Galindo Arenas. En una época donde Guatemala punteaba en los listados regionales, el club era reconocido por ser un semillero de golfistas de renombre.

La emblemática estatua del niño caddie, con zapatos y palo de adulto, fue donada por Raúl Gutiérrez en la década de 1980s. Esta imagen existe en varios clubes del mundo y se inspira en una fotografía tomada en un abierto de Estados Unidos que le dio la vuelta al mundo.

La Evolución es la Constante

 

A la par de los cambios en infraestructura, el Mayan Golf Club lideró una serie de transformaciones de las políticas de apertura entre los clubes de aquella época, por ejemplo, abrió sus brazos a familias jóvenes e hijos de socios para que se integraran y fue pionera en impulsar la mayor presencia de mujeres en el deporte, al crear oportunidades para que practicaran y compitieran. Esta circunstancia comenzó cuando los directivos permitieron que se variaran los programas de juego, para otorgarles a las damas un horario abierto, al igual que los caballeros. Con este cambio, aumentó el número de parejas jóvenes, que llegaron a sumar por lo menos veinticinco duplas en el campo.

El Mayan Golf Club ha sido una institución pionera en promover la práctica del golf de damas, en un nivel competitivo de igual importancia que el de los caballeros. La diversidad, etaria y de género, entre los jugadores de golf fue algo que distinguió y sigue distinguiendo al Mayan Golf Club.